Es una enfermedad de la piel caracterizada por la inflamación crónica de las glándulas sebáceas, especialmente en la cara y en la espalda. A pesar de no ser una enfermedad grave, puede afectar en gran medida la calidad de vida del paciente. Suele afectar a pacientes adolescentes, aunque no es rara su aparición a edades posteriores, especialmente en mujeres.
Síntomas
Las lesiones de acné son variadas, pudiendo aparecer desde pequeños granos rojizos en la cara, hasta lesiones profundas como quistes y nódulos tanto en la cara como en los hombros. Las lesiones del acné se clasifican en inflamatorias y no inflamatorias; las lesiones inflamatorias son las pápulas (granos rojizos), pústulas (granos blanquecinos) y nódulo-quistes (lesiones profundas). Las lesiones no inflamatorias son los comedones abiertos (puntos negros o espinillas) y los comedones cerrados (puntos blancos).
Diagnóstico
El diagnóstico del acné es fundamentalmente clínico. Ocasionalmente puede ser de utilidad un estudio analítico y hormonal.
Tratamiento
Para formas de acné leve, existen múltiples tratamientos tópicos de efectividad moderada (peróxido de benzoilo, eritromicina, clindamicina, ácido azelaico). Para formas moderadas-severas, el tratamiento más utilizado es la isotretinoína, un retinoide oral muy efectivo que suele requerir tratamientos de varios meses. Esta medicación no debe administrarse en mujeres embarazadas ya que produce malformaciones del feto.
Existen nuevas técnicas adyuvantes al tratamiento, como el láser de colorante pulsado y la terapia fotodinámica. Su uso de forma combinada con otros tratamientos para el acné contribuye a mejorar especialmente las lesiones inflamatorias.
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